Interpretando un papel

En la sombría y profunda habitación de la consciencia, todas las paredes empezaron a desplazarse hacia dentro. Y como un frágil castillo de naipes fue entonces cuando todo se desmoronó. En ese preciso instante todos sus principios, teorías sociales, ideales y críticas hacia esas acciones humanas que tanto reprochaba, se rebelaron contra él, provocando una colisión de contradicciones de tales dimensiones, que una vez pasado el atormentado aluvión de maquillados pensamientos, se destapó por fin y de forma clara, de qué forma brillaba su ser.

Su papel, en la película que se había montado en su cabeza era realmente bueno. Pero no supo tener cuidado: abusó demasiado. Solamente sabía desenvolverse en un tipo de género porque era lo único que quería y sabía hacer, y por tanto, en otro tipo de película quedaba poco natural, desubicado, descontrolado,… ¡O dicho de otra manera! Poco creíble. Y como ya resulta difícil ser uno mismo en esta vida llena de prejuicios y de tabús, de normas sociales y de modas baratas, encima aparentaba ser como le gustaría que le vieran, olvidándose por completo a qué mundo pertenecía realmente ¿Qué cuál fue el resultado? El resultado era previsible. No es nada fácil desempeñar dicha tarea, y más temprano que tarde, las palabras acabaron tropezándose y las frases carecieron al final de sentido... Pero no nos vamos a engañar. Todos sabemos que tenemos un pequeño papel en esta superproducción que desconocemos el final que tendrá...

Y como todo no siempre es todo, al igual que nada no siempre es nada, en este gran escenario debe de haber de todo: hay grandes actores, como otros no tan buenos ¿Por qué? Porque los buenos actores, que borrachos de gloria acostumbran a respirar los caprichosos humos de bohemia, están para emocionarnos, para reírnos, pero también para odiarlos. Y los que son malos actores, se apartan de allí donde alumbram los focos, para dedicarse a otras labores más discretas como la realización, el vestuario o el sonido, trabajando codo con codo con otros compañeros que son de naturaleza similar.


¡Por cierto! Yo prefiero trabajar detrás de las cámaras. Quiero saber qué veo y hacia quién me dirijo. Así también no tengo que buscar constantemente razones de porqué pienso lo que pienso, hago lo que hago, digo lo que digo... o en definitiva, actúo como actúo ¡Qué locura! Mi faena es menos agotadora, no tengo tantos conflictos bipolares, me dejo llevar y sé que lo que tengo es porque con esfuerzo, dedicación y como no, con algo de suerte, lo he conseguido. Y si tengo problemas, porque de estos siempre los hay, intento afrontarlos con humildad y sosiego.

¡Hablando de suerte! Algunos afirman que la suerte no existe, que es otra invención sin sentido. Un caprichito humano para justificar lo injustificable. Dicen que la suerte no es más que la suma del sacrificio constante y el saber aprovechar la oportunidad ¡Quizás esto sí que es verdadero arte!

¡En fin! Que con mi humilde sueldo llevo la vida que me gusta. Y aunque no sea rico y las grandes estrellas piensen que soy otra diminuta mota social, yo seguiré caminando con la conciencia tranquila, apreciando a las personas que dedican en su tiempo libre a compartir los buenos y malos momentos ¡Muchas gracias! ¡Eso es todo!


Fin del ensayo

- ¿Qué te ha parecido?
- ¿Sinceramente? Eres realmente bueno. Justamente lo que queríamos de una gran estrella como tú. Descansamos un rato ¿Quieres un poco de café?
- Sí por favor. Pero procura no tardar mucho que se enfría. Y no le eches mucho azúcar ¡Por cierto! ¿Café brasileño, verdad?



¡Feliz Diada de St. Jordi!

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