Marvels: La historia absoluta

La obra definitiva, que no solo conmemora a todo un universo sino que, además, rinde homenaje a toda una generación de artistas que fueron capaces de crear a unos superhumanos icónicos, que a lo largo de prácticamente el último siglo, llegaron a formar parte de nuestras vidas y aún en la actualidad con, quizás, exceso mercantilismo.



Esta es la historia de un reportero fotográfico llamado Phil Sheldon. Un hombre con vocación por su oficio, familiar, que trabaja duro como cualquier ciudadano de a pie que debe hacer frente a todos los obstáculos para culminar sus aspiraciones. En sus inicios de su carrera, poco antes de la Segunda Guerra Mundial, su profesión le obliga a ser testimonio de un fenómeno paranormal que marcará un antes y un después en la historia de la humanidad: un hombre, sin la ayuda de ningún artefacto ni protección, es capaz de volar, prenderse fuego y dominarlo sin que ello le cause ningún tipo de lesión. Se trataba de la Antorcha Humana, uno de los primeros personajes creados a través de Marvel por Carl Burgos en 1939. A partir de aquí, Phil centrará su carrera en dar a luz sobre el descubrimiento de estas personas dotadas de extraordinarias capacidades sobrenaturales, realizando un especial seguimiento de cómo sus actos tienen un gran impacto sobre la sociedad. O, dicho de otra manera, Phil se convertirá en los ojos de millones de lectores y seguidores que han existido a lo largo de la vida de este influyente y particular universo, para recopilar y enlazar todos los grandes acontecimientos que se han ido publicando. Dicho así, la proeza no es para nada sencilla.


La aparición de todos y cada uno de los superhéroes coincide con la creación real y cronológica de los mismos. En la obra, todos ellos tienen un protagonismo secundario y el desarrollo principal se centra en los pensamientos, reflexiones y experiencias de este reportero, que aporta un punto de vista subjetivo y muy personal sobre la evolución de los justicieros: Capitán América y su participación en misiones de la Segunda Guerra Mundial, el rechazo y la agitación social contra la generación de nuevos mutantes pertenecientes a los X-Men, la lamentable pérdida de Gwen Stacy a manos de Spiderman,... Me gusta destacar el enfoque tan realista por el cual se desarrolla estas historias tan fantásticas y fictícias. Una de los temas principales de esta obra, y que Phil es testigo, es el desencaje social que ha generado la irrupción de estos seres, que con sus heroicos y malvados actos, pero sobre todo, actos humanos al fin y al cabo, establecen un nuevo status en la sociedad que debe convivir en constante conflicto, pues no olvidemos que ya sean buenos o malos propósitos, actúan al margen de la ley, infringiendo además otras costumbres y creencias que forman parte de la vida cotidiana de la persona corriente. Veremos, además, como en algunos casos, hay sucesos de ficción que guardan cierto paralelismo con hechos reales.


Para escribir este cómic, el guionista Kurt Busiek ha realizado previamente un minucioso trabajo de investigación documental. Recordemos que todos los personajes se han ido creando a través de diferentes autores de diferentes épocas: Stan Lee, Jack kirby, Steve Ditko,...Todo ello publicado en distintos números, grapas, arcos argumentales,... En ningún momento diría que ninguno de estos autores, a pesar de compartir universo, no pensaron que sus propias historias se enlazarían en un futuro de una manera tan fiel, toda la historia del universo Marvel. Kurt Busiek ha hilado, por tanto, una visión portentosa y respetuosa, dotándolo de un realismo excepcional que en pocas ocasiones se ha ofrecido. El dibujante Alex Ross, fiel a este principio, expone unas ilustraciones con una caracterización muy humana y detallista, algo muy peculiar ya en su estilo: algunas estampas parecen auténticos lienzos. Por poner un ejemplo, no veremos trajes inmaculados y perfectos. Sabemos que en la realidad hay pliegues, arrugas, imperfecciones y como no, esto se traslada también en las facciones y rasgos de los superhumanos, que pueden ser más robustos o por qué no, de complexión más fornida. Todo ello, rodeado de un aura clásica que guarda distancia con el prototipo al que estamos habituados.

 

En definitiva, tenemos una obra entrañable que plasma un gran respeto a la encantadora esencia del universo Marvel y a todos sus artistas, que a lo largo del siglo XX han dejado una grandísima huella en la industria del noveno arte. Marvels fue publicado en 1994 (desconozco si ha existido recientemente alguna reedición) y a pesar de que es accesible para cualquier tipo de lector, sí que es cierto que la fibra emotiva causará más efecto al lector adulto poseedor de un mínimo conocimiento sobre los sucesos más importantes de la factoría. Al final de la obra, acabaremos con la sensación de haber asistido a las memorias cercanas de un reputado periodista que ha sido testigo del fenómeno más divino que ha asistido la humanidad en los últimos tiempos. Memorias que convergen perfectamente con el diario de un viejo y nostálgico seguidor de Marvel, que ya de niño soñaba y jugaba con creer que alguien, muy desapercibido y discreto, guardaba el secreto de ser muy especial.

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