Star Wars: Los Últimos Jedi

Después de la experiencia vivida en otras sagas, que por el significado icónico que tiene un determinado universo, conforme se va aproximando la fecha de estreno la expectativa va creciendo y acercándose hacia peligrosos niveles, creando una atmósfera un tanto enfermiza fomentado por los últimos tráilers, la crítica profesional, el merchandising, etc. Opté por empezar a romper esta dinámica en el que me percaté que se creaba un estado de ensoñación y de anticipación donde, después, una vez vista la película, podía ocurrir que si acababa tal y como uno esperaba se la tachara de ser poco original. O por el contrario, que después de estar expuestos a un bombardeo de sobreinformación, confías y te ilusionas en una idea determinada, que se va diluyendo cuando te percatas cómo va hacia otros derroteros, para acabar pensado: "me han engañado". Así que no vi ni un solo tráiler: virgen de expectativas y con el alma bien limpia.

En El Despertar de la Fuerza se nos planteó un punto de partida y de reencuentro. A pesar de que las anteriores partes más recientes están enfocadas en la vida de Anakin y en la génesis de Darth Vader, y por tanto los sucesos transcurrían en otra época anterior a la saga "original", había que dejar constancia que a pesar de que la trama se desarrolla a partir del El Retorno del Jedi, volvería la esencia que tanto se le caracterizaba. A causa de la colosal fortuna que invirtió Disney en la adquisición de los derechos, la maquinaria debía de empezar a funcionar con paso firme, sin aventurarse demasiado en otras opciones más arriesgadas. El resultado fue una película con mucho espíritu, pero demasiado conservadora para los que vemos en Star Wars un universo de expansión y ramificación. El propósito por tanto era muy evidente: conciliación. Pero transcurridos dos años, con la nueva entrega se nos propone un primer principio más atrevido: la ruptura.




Con Los Últimos Jedi vemos un acercamiento hacia un planteamiento distinto, donde ahí radica su mayor virtud, que con todos los elementos naturales de la saga, giran alrededor de esta nueva premisa. Una situación que nos hará entender que los preceptos sagrados y la costumbre cultural que hasta ahora conocemos son cuestionados. Que la tradición ha sido una disciplina muy determinante para una clase que ha estado presente durante una larga época y que, posiblemente, tuviera sentido en su momento, pero que como cualquier historia evolutiva, tarde o temprano los desencajes religiosos y políticos acaban interfiriendo, interponiendose una ruptura que desemboca hacia otros caminos desconocidos. La película plasma esta idea desde diferentes enfoques: desde algunas frases reveladoras, hasta en hechos que llevan a cabo algunos protagonistas, influidos por este nuevo pensamiento que además, vendrá acompañado de un desplazamiento respecto a "la nueva esperanza" que esta vez hay depositada.

Hay algunos personajes que con esta nueva entrega han conformado una personalidad mucho más definida y creible. Tanto los de un bando como los del otro, las figuras han dejado de ser genuinas y puras, existe un cierto vacileo producido por emociones que les producen dudas y que acaban cometiendo reacciones impredicibles e imprecisas. En este sentido se han visto beneficiados principalmente, entre otros, Kylo Ren y Luke Skywalker. Un Kylo Ren que, al por cierto, en la búsqueda de una identidad propia, con la alargada y pesada sombra del antiguo líder, y con los comportamientos propios de un fanboy con problemas existenciales, imita a su ídolo Darth Vader. Curiosamente, en este espacio de indefinición junto con este nuevo escenario, empieza a establecerse un personaje creíble y de peso.


Sin entrar en profundidad con los detalles, se echa en falta cierto sustento y contenido argumental, que acabaría de amoldar algunos personajes y situaciones en esta nueva "saga", que daría posteriormente más juego. Al acabar la película, la sensación es que en el próximo episodio hay un potencial que se puede ver muy lastimado si finalmente no se lleva a cabo esta ejecución tan necesaria. Por ahora, mas que una entrega de cine, parece que tenemos un capítulo de una serie de televisión, no por la calidad, sino por su estructura argumental que deja, aún, muchos asuntos sin resolver.

A nivel rítmico, a pesar de sus dos horas y media de metraje, Los Últimos Jedi no decae. Constantemente siempre están sucediendo cosas simultáneas, donde hay escenas de acción que no defrauda a la "hinchada" y que se pueden gozar prácticamente desde el primer minuto. Hay escenas que nos mantendrán pegados al sillón, pero también hay de otras más osadas, que rompen ciertos límites y que a más de uno le arrancará una mueca de reproche. Esto afectará sin duda y sobre todo, a los fans más puristas. Pero mencionando una vez más los elementos inherentes de Star Wars, seguiremos teniendo una historia dramática equilibrada con los típicos chascarrillos, con algunas bestias encantadoras, y con la continua sensación de seguir respirando aventura espacial. Con sus defectos, pero con sus más aciertos, tenemos una nueva entrega más profunda y original que su antecesora.

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